Las relaciones entre EE UU y Latinoamérica cayeron a su más bajo nivel durante los años de Bush, y ahora hay esperanza –tanto al norte como al sur de la frontera– de que el presidente Obama pudiera ofrecer un enfoque nuevo. Sin embargo, hasta ahora la mayoría de las señales parecen mostrar un camino de continuidad en vez de uno de cambio.
El presidente Obama comenzó con un ataque verbal no provocado contra Venezuela. En una entrevista transmitida por la televisora en español Univisión el domingo anterior a su toma de posesión, acusó al presidente Chávez de Venezuela de haber “impedido el progreso en la región” y “exportar actividades terroristas”.
Estos comentarios fueron inusualmente hostiles y amenazadores, incluso según las normas del gobierno anterior. También son inciertas y diametralmente opuestas a la forma en que el resto de la región ve a Venezuela. La acusación de que Venezuela “está exportando el terrorismo” provoca risa a casi todos los gobiernos en Latinoamérica. El chileno José Miguel Insulza, Secretario General de la OEA, habló por casi todos los países del hemisferio cuando dijo al Congreso de EEUU el año pasado que “no existen indicios” y que ningún país miembro, incluido Estados Unidos, hubiese brindado “prueba alguna” de que Venezuela apoyaba a grupos terroristas. Lea más en Rebelion.org.
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