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20.LDNM - Ene-Feb 2006
Actualidad
Don Letts. La conexión jamaicana
Luis A. Mayo, Isidro López y Díaz Trancho
El documentalista Don Letts es una figura clave en el mundo del punk: a finales de los setenta colaboró con sus protagonistas más señalados y fue el DJ del Roxy, donde logró despertar el interés de los jóvenes punks por la música jamaicana. Letts estuvo en el Festival Internacional de Cine de Gijón presentando su último documental Punk Attitude, que pretende revisar los aspectos musicales del punk de ambos lados del Atlántico, desde los grupos de los sesenta (Stooges, MC5, Velvet) hasta el hardcore y las nuevas tendencias. LDNM ha hablado con él.
“La irrupción del punk tuvo que ver con la situación política y social del momento. Pero, en lugar de perder el tiempo quejándonos por lo horrible que era todo, ‘decidimos’ empezar a hacer cosas para cambiar la situación. No se trataba de escapar de la realidad sino de lidiar con ella”.

¿Cómo empezaste a pinchar en el Roxy?
Bueno, yo trabajaba en una tienda de ropa en Kings Road, en Chelsea. Había dos lugares allí: mi tienda, Acme, y la tienda de Malcom (McLaren) y Vivienne (Westwood). Las dos se estaban haciendo un nombre porque eran los únicos sitios a los que podías ir si eras un punk. Los grupos, por culpa de su reputación, no tenían ningún sitio para tocar y entonces mi jefe decidió abrir el Roxy. En la tienda yo pinchaba dub y reggae todo el día y nos dimos cuenta de que a los punks les interesaba esta música. Cuando el Roxy abrió sus puertas mi jefe me propuso pinchar en el nuevo club. La escena era tan nueva que aún no había ningún disco de punk que pinchar, así que yo ponía hard dub y reggae y, afortunadamente para mí, a los punks les gustaba. En cierto modo también era una música antisistema, las letras eran como reportajes, trataban temas serios y, claro, ¡también estaban las líneas de bajo! Los punks se sintieron inspirados por este sonido, especialmente The Clash, The Slits o gente como John Lydon cuando formó P. I. L. Todo eso empezó en el Roxy.

En ese momento estabas convencido de que reggae y punk trataban sobre los mismos problemas. ¿Lo estaban también los demás punks?
No sé si yo estaba realmente convencido... en ese momento yo no podía ver la totalidad del cuadro, todo lo que sabía era que mi cultura les interesaba a mis amigos blancos y lo que ellos hacían me interesaba a mí. Atravesábamos las mismas dificultades y eso nos acercaba más, aunque sin tratar de ser lo mismo: nos hicimos amigos entendiendo nuestras diferencias. Todos nos sentíamos alienados, aunque era una alienación diferente. Yo formo parte de la primera generación de ingleses negros y estaba hasta los huevos del sistema. A mediados de los setenta había mucho desempleo, recesión, huelgas... Cuando Johnny Rotten cantaba "No future" realmente lo sentía. La música popular de aquel tiempo no reflejaba lo que la gente sentía en las calles –me refiero a Yes, E.L.O., The Eagles…–, así que mis amigos blancos decidieron crear una banda sonora que realmente tuviera que ver con sus vidas. Pero yo tenía mi propia música. En cualquier caso, hay que entender que lo de los artistas blancos inspirados por artistas negros es una larga tradición, y no sólo en la música. ¿Qué escuchaban Led Zeppelin? ¿Qué escuchaban Jagger y Richards o Lennon y McCartney? Escuchaban música negra del delta del Mississippi. La diferencia con lo que ocurrió entre el reggae y el punk fue que esta vez no los separaban miles de millas: ¡vivíamos en la puerta de al lado! Si escuchas a los Rolling o Led Zeppelin puedes intuir en su música a Robert Johnson, en cambio si escuchas a The Clash oyes claramente la línea de bajo que viene de Jamaica, oyes a Joe Strummer cantando sobre barrios jamaicanos... En su interpretación, mi cultura no aparecía disfrazada y eso era muy importante para mí; me demostraba que tenía algo que ofrecer.

Después de The Clash hubo una fusión real de punk y reggae pero, los precedentes de esta fusión, ¿podemos buscarlos en la influencia de los rude boys jamaicanos en los primeros skinheads y en los mods?
Antes del punk rock la juventud de clase trabajadora ya amaba la música jamaicana, sí, pero la diferencia en los setenta era que la influencia fue directa: nosotros vivíamos allí. Las mayores migraciones de Jamaica a Inglaterra tuvieron lugar en los cincuenta, así que la mía fue la primera generación de jamaicanos nacidos en Inglaterra, que vivía puerta con puerta con los blancos. Es lo que te decía antes, la cuestión no era blanco o negro: cuando íbamos a la oficina del paro sólo había una cola. Los mods, los rude boys o los skinheads sólo eran fans de la música, pero los punks se contagiaron de su creatividad; cogían cosas del reggae y las hacían propias.

¿Cómo nació la conciencia política entre los negros de segunda generación en Inglaterra? ¿Cuál fue la influencia de Linton Kwesi Johnson en este proceso?
Durante toda una época fue muy difícil entender qué significaba ser afrobritánico. La diferencia entre los afroamericanos y los afroingleses era evidente desde el primer momento. A los afroamericanos se los llevaron a patadas desde África a una América completamente hostil. Mis padres, en cambio, se compraron un billete de barco a Londres. Esa es una diferencia fundamental. En su día yo iba a las reuniones de los Panteras Negras luciendo orgulloso mi chapa de Angela Davis y leía Soul On Ice de Eldridge Cleaver. Esta militancia nos hizo conscientes de muchas cosas. En cuanto a Linton Kwesi Johnson, fue una gran influencia para mí. Gracias a una de sus canciones, "Five nights of bleeding", empecé a pensar visualmente: era muy descriptiva e impregnó el imaginario de mi generación. A través de la música empezamos a conocer nuestra cultura jamaicana. Así supimos de dónde veníamos y qué teníamos que ofrecer, aunque eso se debió más al reggae que a Linton. Yo estaba buscando algo que pudiera identificar como genuinamente mío y que no fuera una especie de camisa de fuerza cultural. El mensaje que encontramos en los Sound Systems de Jah Shaka, Moa Ambessa o Coxsone hizo crecer nuestra conciencia política y espiritual. Los sound systems informaban política, cultural y espiritualmente. Elevaban la conciencia en todos los sentidos. Los jóvenes afroingleses éramos particularmente sensibles a estos modos de comunicación.

¿Cuándo decidiste coger una cámara por primera vez?
Uno de los factores cruciales del punk es que era algo más que un movimiento musical. De un concierto de The Clash se salía con la clase de energía que te lleva a querer tomar partido. Unos agarraban una guitarra, otros un boli y otros una cámara de vídeo. Todo estaba permitido. No se trataba de un mundo especial para gente especial. Lo único que necesitabas era una idea y la motivación para llevarla a cabo. El espíritu del DIY (“hazlo tu mismo”) me llevó a coger una cámara y empezar a grabar los conciertos de los grupos. Y, más tarde, cuando se hacían famosos, sus vídeos. Rodé vídeos como el primer single de P.I.L. y el London Calling de The Clash…

¿Te sientes más cómodo rodando vídeos que documentales?
Mira, cuando grabas un vídeo para alguien como The Clash… ellos no vendían egos, no vendían maquillaje, vendían ideas. Era muy inspirador trabajar con ellos. Yo era muy feliz haciendo eso. Pero cuando se entró en la era de la MTV y empezaron a importar más cosas como tu aspecto o tu manera de bailar… Yo no quiero vender productos sino intercambiar ideas con otras personas. Así que ya no estoy interesado en grabar vídeos.

¿Nos puedes explicar cómo es el proceso de rodaje de un documental?
Joder tio, eso es muy aburrido.

Me refiero a si se trata de encargos o surgen de una idea propia.
La mayoría de las veces son encargos. Generalmente se produce la siguiente situación: Alguien me pregunta, “¿quieres rodar un documental sobre el punk?”. Y yo contesto: “Joder, otra vez no”. Entonces me pongo a pensar en el estado de mi cuenta corriente y… (risas). Sí, sí, es cierto. Además trato de darle vueltas y encontrar nuevos enfoques que me hagan querer volver a hacerlo. Y suelo llegar a la conclusión de que el punk no es un compartimento estanco que se circunscriba a un periodo determinado de los setenta sino que forma parte de una tradición contracultural en movimiento: sucedió entonces y volverá a suceder. Mira, lo que trato de hacer es llevar las cosas más lejos. Que la gente se de cuenta de que puede llegar a formar parte de algo así. Agitar las conciencias. Trato de hacer el mundo un poquito mejor. No estoy hablando de dominar el mundo sino de comunicarse con tu vecino. Podéis llamarme ingenuo si queréis, pero esto es lo que pretendo.
Letts y sus amigos
Malcolm Mc Laren y Vivienne Westwood
“Aprendí mucho de Malcolm y Vivienne, por ejemplo, acerca de los situacionistas como Debord y Vaneigem. Estaban fascinados con la subversión tal y como se manifiesta en las distintas culturas y, por supuesto, eso incluía las corrientes subversivas subterráneas de la cultura jamaicana: los rastas. Les enseñé mucho sobre la cultura del sound system y del drum n’ bass. En uno de sus primeros diseños de camisetas aparecían dos columnas, una de cosas buenas y otra de cosas malas; entre las cosas buenas estaban los rude boys y los rastas junto al raw power y Durruti. Esto da una idea del intercambio de ideas heterogéneas del que todos nos beneficiábamos”.

Sid Vicious
“Para nosotros era tan sólo John Beverley. Tengo recuerdos contradictorios de él pero, desde luego, no era el monstruo en el que lo convirtió la prensa: lo recuerdo como alguien tranquilo y tímido y extremadamente crédulo. Solía quejarse de que cada vez que salía por la noche le daban una paliza y se creía su propia mala prensa, cosa bastante triste. Era un pobre hombre. Nosotros le veíamos como alguien inofensivo y le tomábamos bastante el pelo. Una vez, no se cómo, llegó hasta mí una chupa que había pertenecido a The Who, una chaqueta de lamé muy blanca con ribetes dorados. Me la puse durante un tiempo y luego se la pasé a John Lydon, a Steve Jones y compañía. Después de un tiempo le dije ‘eh, Sid, esta chupa era de Elvis, ¿quieres comprarla?’ y por supuesto que la compró. Su credulidad era patética”.

Johnny Rotten
“Cuando estuvimos en Jamaica, John Lydon se vistió por completo de negro, con unas botas de motorista negras, un sombrero negro y un abrigo de lana en pleno verano jamaicano porque no quería volver a Londres bronceado. ¡Máximo respeto! Los rastas adoraban a John, para ellos era “el punk rock”, estaban al tanto de todo el jaleo que había montado en Londres y les gustaba, también les gustaba su actitud. Nos fumamos un chillum con U Roy para desayunar y nos fuimos a una de sus fiestas, a kilómetros de Kingston, un viaje muy largo en coche. Recuerdo a los rastas probando el sonido y poniendo unos dubs como terremotos. Ese sound system estaba ALTO. John y yo nos desmayamos. Horas después, varios rastas nos espabilaron sacudiéndonos: ‘despertad tíos, esto se ha acabado hace rato, la fiesta ha terminado’. Lo pasamos muy bien en Jamaica”.




1 comentarios a Don Letts. La conexión jamaicana

1. «
Muy buena la entrevista loco.

El viejo Don ha de ser uan enciclopedia de anécdotas eh.

Me quedé con ganas de más.

Un saludo desde Caballito, Buenos Aires.

Cuki»


Dicho por Cuki el Fri 22-05-2009 00:15 (UTC)




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