En el número 22 de LDNM, Patricia Godes glosaba la figura de Pete Seeger, e iniciaba su artículo con la siguiente aseveración: “La figura del luchador infatigable por la justicia, la sensatez y la libertad está representada en el siglo XX por dos hombres: Pete Seeger y Woody Guthrie”. Pues bien, el altavoz que ayudó a que estos dos personajes pudieran hacerse oír se llamaba Alan Lomax, un catalizador de canciones y expresiones culturales cuyo criterio –con permiso de Harry Smith, otro peso pesado– determinaba los límites y la misma definición de música folk. La película Bound for Glory (Esta tierra es nuestra, Hal Ashby, EE UU, 1976) sobre la vida de Woody Guthrie durante la Gran Depresión, acaba con el protagonista viajando a Nueva York para aparecer en un programa de radio de ámbito nacional: el programa de Alan Lomax. Sobre Seeger, el mismo Lomax declaraba en 1977: “Peter Seeger es mi protegido. Yo le di su primer banjo (...). Con el tiempo llegamos a trabajar juntos en la revitalización de la música folk americana. Le enseñé la mayor parte de sus primeras canciones”.
Igual que Charles y Pete Seeger, Alan y su padre, John Lomax, formaban una saga familiar de intelectuales urbanos, miembros de una elite de investigadores que buscaban muestras de autenticidad en la música popular. Siguiendo los pasos de su padre, que había empezado a documentar la música popular americana con el cambio de siglo, Alan comenzó a trabajar a los dieciocho años en los Archivos de la Canción Folk Americana de la Biblioteca del Congreso de Washington. A los veinte, era el director de los Archivos y viajaba con su padre por los estados del Sur, realizando históricas grabaciones de campo en un continuo rastreo de canciones tradicionales que les llevó, entre otros lugares, a la prisión de Angola, en Louisiana, en busca del estado más puro de las canciones antiguas. Esta cárcel tenía fama de ser una de las más duras de su clase, tanto por las condiciones de vida como por la peligrosidad de sus internos. Allí descubrieron a Huddie Ledbetter, más conocido como Leadbelly, a quien ayudaron a salir de prisión y a convertirse en uno de los bluesmen más míticos de la historia.
En 1938, Lomax grabó durante horas las canciones y las declaraciones de Jelly Roll Morton, uno de los fundadores del jazz, y en 1940 formó parte de un equipo que bajó al Sur en busca de Robert Johnson (ignorando que ya había muerto), y a cambio se encontró con un veinteañero llamado Muddy Waters, que poco después de grabar con él se mudaría a Chicago y revolucionaría el mundo del blues.
Lomax en España
Ésta es la historia tal y como la conocemos los aficionados al rock y a la música americana. Pero en esta historia hay un capítulo que nos afecta más de cerca. Sus continuos viajes al Sur de EE UU –aún segregado en los años treinta– y su contacto directo con la pobreza y la marginación acentuaron el compromiso político de Alan Lomax. El anticomunismo rampante que azotó EE UU en los años cincuenta, atizado por el tristemente célebre senador McCarthy, llevó a Lomax a establecerse en Londres entre 1950 y 1958, donde trabajaría para la BBC y Columbia Records en diversos proyectos de investigación.
A pesar de su comprensible aversión a la figura de Franco, Lomax tuvo que venir a España para grabar una recopilación de música folclórica española, por encargo de Columbia. Lomas viajó a Palma de Mallorca para asistir a un congreso internacional de musicología y a una muestra de folclore, organizada por la Sección Femenina de la Falange. El coordinador del evento era un ex nazi que había sido acogido por nuestro país y que dejó claro a Lomax que se encargaría personalmente de que no recibiera ayuda de ningún musicólogo español. En su Mallorca Notebook, Lomax escribió: “En realidad, en ningún momento había hecho planes para quedarme. Tan sólo disponía de unas cuantas cintas para grabar y nunca había hecho un estudio de etnología española. No obstante, aquello supuso mi primera experiencia con un nazi y, al mirar a aquel idiota autoritario desde el otro lado de la mesa del comedor, me prometí a mí mismo que, aunque tuviera que consagrar el resto de mi vida a aquella tarea, grabaría la música de aquel país ensombrecido”. Tozudo y con un fuerte carácter tejano heredado de su padre, Alan Lomax estuvo seis meses en España entre 1952 y 1953, realizando grabaciones de campo que luego plasmaría en catorce álbumes para Columbia y una serie radiofónica para la BBC. En sus viajes por la península visitó Aragón, Euskadi, Asturias, León, Galicia y Andalucía, pero su primera parada fueron las islas Baleares, en concreto Mallorca, Ibiza y Formentera. El panorama a su llegada a Barcelona en tren desde Port Bou es descrito nuevamente en términos críticos: “He disparado un rollo entero con mi nueva Leica. (...) Todo son cuarteles polvorientos, descuidados, con el mismo cartel sobre las puertas: ‘Todo Por La Patria’. Resulta tan forzado que uno no deja de preguntarse ‘¿la patria de quién?’, y basta echar una mirada a las calles para convencerse inmediatamente de que no es la patria de esos hombres extremadamente delgados, de esos transportistas en carros de caballos, de ese enjambre de vendedores de lotería”. Nada más comenzar su viaje, Lomax fotografió con su Leica a los isleños de los años previos al turismo de masas, una sociedad que vivía aún en el siglo XIX –las fotografías se pueden admirar en el libro Alan Lomax. Mirades (Lunwerg Editores y Fundació Sa Nostra de Palma, 2005). En las grabaciones que realizó en las islas (algunas de ellas verdaderamente delirantes en su naturalismo) se escucha a los campesinos cantando mientras trabajan; al fondo podemos oír los trinos de los pájaros, o el ruido de la paja recién segada. Son grabaciones crudas y directas, un micro y la campesina o el marinero, cantando a pelo o con el escueto acompañamiento de un tambor y una flauta de madera. Melodías ancestrales en escalas pentatónicas, de influencia árabe, que provocan la carcajada del público presente cuando la letra de la canción se vuelve picante o incluso obscena. Música popular, interpretada en su entorno natural por lavanderas, campesinos y marineros; héroes locales (a veces ni eso) que pasan a la historia gracias al micro y la lente de Lomax.
La igualdad entre culturas
Resulta paradójico y reconfortante que un miembro del imperio cultural más homogeneizador de los últimos siglos sea al mismo tiempo el ideólogo de lo que él llamaba cultural equity, cuyos principios proponen dar la vuelta a la centralización de la comunicación y otorgar la misma atención a cada una de las culturas de la humanidad. Mucho antes de la moda de la world music –antes incluso del rock y de la divulgación a escala mundial de la música popular americana– Alan Lomax viajaba por el mundo estudiando y documentando las músicas populares y tradicionales, preservando con respeto y con pasión la voz del pueblo, de muchos pueblos que para él no eran tan diferentes. Sus trabajos en antropología musical le llevaron también a estimular el estudio de la etnografía desde un nuevo y radical punto de vista con su original teoría de la cantometría: un método de análisis musical según el cual podemos establecer relaciones entre distintas sociedades y culturas basándonos en sus patrones de canciones y danzas populares.
Alan Lomax se retiró en 1996 y falleció en 2002, pero su trabajo permanece vivo y resplandeciente. Tanto en la Tierra como en el espacio: en agosto de 1977, la sonda espacial Voyager 2 partió de Cabo Cañaveral en un viaje sin retorno que le ha llevado a traspasar las fronteras del sistema solar; en su interior, llevaba un tocadiscos y un disco de vinilo. De las veintisiete composiciones incluidas en aquel utópico e inocente trozo de cera con el que los extraterrestres podrán amenizar sus guateques siderales, trece fueron seleccionadas por Alan Lomax, el incansable rastreador de canciones.
www.culturalequity.org
Las fotos de este artículo provienen de libro Alan Lomax. Mirades (Lunwerg Editores y Fundació Sa Nostra de Palma, 2005).
En la película podemos ver a Lomax en su último año de vida, convaleciente e incapaz de hablar debido a una hemorragia cerebral: es trágico observar en tal estado a un hombre que dedicó su vida a documentar la comunicación oral. Sin embargo, la visita de Kappers a la casa de Lomax en Florida le empuja a iniciar un viaje por Europa siguiendo sus pasos en los años cincuenta. En una vieja furgoneta Volkswagen, el director se lanza a la búsqueda de los protagonistas de aquellas grabaciones, preguntando y haciendo indagaciones en las islas escocesas, en las comarcas españolas y en los pueblos italianos al pie de las montañas.
Una tras otra se suceden las escenas emocionantes, protagonizadas por gente humilde con los ojos humedecidos al escuchar las voces de sus padres o de sus hermanas. Vemos al pastor aragonés y a las señoras gallegas recordando a aquel americano tan extraño y cortés que llegó un día al pueblo con sus enormes aparatos de grabación; y asistimos también a la frustración del equipo de la película cada vez que llegan a un pueblo y se encuentran con que los protagonistas de las grabaciones ya han fallecido. Además de un instrumento para profundizar en la personalidad de Alan Lomax a través de entrevistas a conocidos, familiares y especialistas en su obra, Lomax the songhunter es una road movie sobre alguien que busca a la gente real detrás de aquellas grabaciones, que bucea en los recuerdos y en los sentimientos de esa gente anónima y que, en fin, pone la carne de gallina durante todo el metraje.
www.lomaxthesonghunter.nl
www.myspace.com/castking
Fue una sorpresa ver tu nombre entre el personal de la fundación de Alan Lomax. ¿Cuándo comenzaste este trabajo?
He sido un seguidor de las grabaciones de campo de Alan Lomax desde hace mucho tiempo. Cuando estaba produciendo un disco de The Smithereens en Magic Shop, en Nueva York, me di cuenta de que el dueño del estudio, Steve Rosenthal, tenía montones de cintas de grabaciones de Lomax en su oficina. Resultó que era, y sigue siendo, la persona encargada de restaurar el sonido del archivo de Lomax. Me organizó una visita al archivo y en unos meses, a principios de 2000, empecé a trabajar aquí.
¿En qué consiste exactamente tu trabajo?
Básicamente me encargo de las licencias y relaciones con los artistas, pero, como somos pocos, nos encargamos de distintas tareas. En mi caso trato con gente que quiere usar material de Alan Lomax -audio, vídeo, textos, fotos- para usos comerciales o no comerciales. También trato de localizar a los artistas y a sus herederos para que puedan recibir sus royalties.
¿De dónde surge el interés por la tradición y la música de raíz en una persona tan influyente en otros campos como el punk-rock y la música experimental?
Siempre he tenido intereses bastante amplios y sigo siendo un gran coleccionista de discos. Me encontré con esta asombrosa oportunidad para ahondar en las formas más profundas de la música tradicional, no las versiones edulcoradas que suelen recibir el apoyo de las discográficas. Espero contribuir a divulgar la obra de Lomax y la cultura que representa. De hecho, mucha gente en el entorno de la música experimental e independiente tiene la mente muy abierta y muestra interés por estas grabaciones y por la gente que las llevó a cabo.
1. «Me ha encantado el artículo. Las anécdotas sobre Lomax en el congreso de folklore organizado por la falange son impagables. Excelente. Felicidades al autor»
2. «Probablemente os interese esta web, hay documentales hechos por Lomax:
http://www.folkstreams.net»
3. «De lo mas interesante este trabajo.
Sabeís donde encontrar las grabaciones de lomax en españa?
saludos»
4. «Hola, escribo de Ondarroa (Bizkaia). Lomax pasó tambien por aquí, de hecho en uno de los dos discos dedicados a Euskal Herria hay 15 pistas grabadas aquí. Todavía queda gente que recuerda como llegó un americano y se quedó a grabar canciones y a conocer el carácter de la sociedad de entonces. Entonces aquí, excepto la guardia civil, cantaba todo cristo.
Me ha gustado el articulo. Un saludo.»
5. «Alan Lomax además de visitar las Comunidades Autónomas y nombradas también visito la Comunidad de Castilla -la Mancha en especial la zona de Lagartera, existen grabaciones.»
6. « HOLA SOY LA NIETA DE SALVADOR ARMENGOL, DE TAVERNES DE LA VALLDIGNA EN VALENCIA, ÉSTE SEÑOR GRABÓ A MI ABUELO CANTANDO Y ME GUSTARÍA ESTAR EN CONTACTO CON LOS FAMILIARES. GRACIAS, PEPA.»
7. «Felicidades a la Culturalequity.org y a Mister Lomax por haber grabado las canciones de toda la vida en Lagartera, algunas de ellas las seguimos cantando en la actualidad, y nos ha recordado a muchos de nuestros vecinos interpretandolas. Como vecino de Lagartera, gracias.»




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